EL AGUIJÓN
LA
PROTESTA UNIVERSITARIA
POR: ARTURO
MOLINA
@jarturomolina
La
protesta es un derecho consagrado en la Constitución Nacional, y se hace uso de
ella, después de haber agotado los canales regulares en el reclamo a realizar;
el sector universitario diligenció ante las autoridades del Gobierno Nacional
(sector universitario), se revisará el salario percibido por los profesores de
este sector, al tener años sin recibir homologación alguna, y habían esperado
con paciencia y responsabilidad ser escuchados, al igual que la deficiencia
presupuestaria institucional.
Las
autoridades del Ministerio del Poder Popular para el sector Universitario,
lanzaban respuestas tímidas, con reconocimientos espurios, llenos de aforismos,
con permanentes descalificaciones, negando la representación gremial y excluyéndolos
de cualquier discusión, por pensar distinto al oficialismo; demostración inequívoca
de lo dividido del país, aupado por el Gobierno, para mantener la diatriba y
así a su lado, a algunos sectores llamados revolucionarios.
La
educación en todos sus niveles ha sido penetrada con tal desfachatez por la
partidización; representada esta por pensamiento único; universidad de
rodillas; intelectuales exterminados. La universidad deja de ser el centro del
debate; el espacio para la formación y el desarrollo de las ideas; el núcleo
para reafirmar la pluralidad y los valores democráticos; el centro de acción
donde se pulen los futuros gerentes del país.
Intenta
con ello el Gobierno Nacional generar robots; seres sin pensamiento; sin
capacidad para disentir u obligados a no hacerlo; castrando lo más hermoso del
ser humano, su capacidad de ser libres, autónomos, independientes; pero una
cosa ha pensado el oficialismo y otra es la realidad expresada en la juventud y
en las universidades.
Los
docentes universitarios se cansaron del maniqueísmo, la burla, la descalificación,
el desconocimiento y decidieron salir a protestar; lo hicieron con respeto;
consultaron a sus bases y estudiantes; plantearon la realidad existente y las
respuestas obtenidas; la solidaridad de estudiantes y la sociedad no se hicieron
esperar.
Los
docentes realizaron clases magistrales y protestaron cívicamente en la calle,
con un pote en la mano, para mostrar la miseria de salarios percibidos; declararon
la huelga de hambre, los estudiantes les acompañan, algunos se han cosido la
boca, como radicalización de la protesta, para ver si son escuchados; pero las
respuestas siguen siendo ambiguas. Sin embargo, los estudiantes innovando la
protesta, han elaborado muñecos para expresar su descontento; los han colocado
en sitios visibles (sin dañar a nadie), y los gobernantes, sean estos
nacionales o regionales, se los han quitado.
A
estas críticas cívicas, constitucionales, se han presentado algunos hechos
aislados, que bien vale la pena hacer comentario. La quema de vehículos
oficiales en las cercanías de los centros universitarios en protesta, no parece
ser una acción de los estudiantes; se asemeja a una estrategia, elaborada con
la finalidad de criminalizar a los indignados y evitar el apoyo de la sociedad
a la misma; de ello deben estar atentos estudiantes y profesores, para
desenmascarar a los saboteadores.
La
universidad seguirá integrando a la juventud en valores democráticos, con
ética, moral y responsabilidad intelectual; con respeto hacia los demás;
efectivos en la formación de generaciones aptas para la conducción política,
social, económica y cultural del país; sus profesores tienen el derecho a
reclamar por reivindicaciones justas para el sector, y los estudiantes a exigir
calidad en la educación.
La guillotina
auspiciada por el Gobierno Nacional para exterminar la diversidad del
pensamiento en las universidades, sólo le servirá para su propia castración, y
esta es posible en el reino de los ignorantes. Viva la universidad; vivan los
profesores; vivan los estudiantes; viva el pensamiento plural.