LA INOCENCIA DE LA OPOSICIÓN
Hay quienes suscriben en un sector de la oposición?, que el candidato del gobierno (Hugo Chávez) ya está derrotado; pareciera que viven en un lugar donde los únicos que se dicen mentiras son ellos, al no querer ver la realidad que pasa por sus narices, o tal vez creyendo que con sólo la motivación es suficiente para acabar con lo que ellos mismos crearon (una película de terror, por un lado y de risa por el otro).
Han enfilado baterias los señores que acompañan a Manuel Rosales, contra el Conde Del Guacharo; pareciera ser que se les olvido sumar y quieren hacer lo mismo que realizaron contra quienes han decidido exponer su visión de país por encima de los que se creen dueños de la "oposición"; sigo de cerca los acontecimientos y nada que ver con una postura de reunir en concordia a todos los venezolanos. En oportunidades brilla el regionalismo cuando se expresan ciertas opiniones.
Mientras un sector del oficialismo ataca con el puño cerrado y la golpea en la otra mano abierta en señal de confrontación, no se avisora del lado del candidato Manuel Rosales la señal del abrazo y la unión; no basta con decir en un eslogan más, un gobernante para 26 millones de venezolanos, hay que ser creativos para sumar a los 26 y a los más que no se cuentan entre esas cuentas (Conde Guacharo; por ejemplo).
No soy del equipo del Conde, eso debo dejarlo claro; me preocupa quien dice que puede unir, y aún siendo sólo candidato este desuniendo. Falta mucho camino por recorrer y mucha agua por cruzar debajo del puente. La polarización ha hecho y sigue haciendo daño para la confrontación de ideas en Venezuela; intereses mezquinos ha ayudado a que así sea.
En otros países, caso PERÚ, claro en una segunda vuelta electoral, sirvió el debate para que el pueblo se definiera; pero si en la primera vuelta los dardos desmedidos no se hubierán controlado, tal vez eso que paso no hubiese pasado, y entonces el presidente sería otro.
Gobernar a Venezuela pasa por saber el país que se tiene y el respeto hacia el mismo; no es suficiente llamarse dirigente o candidato; eso lo tienen que revisar los comandos. En todo caso el desespero es el arma de los derrotados; esa parece ser la inocencia de la oposición, lo demás, es fetiche.