EL AGUIJÓN
SOBREVIVIR
Y RESCINDIR LA BARBARIE EN VENEZUELA
POR: ARTURO
MOLINA
@JARTUROMS1
La crisis política, económica,
social, ética, moral y cultural está desmembrando la sociedad venezolana. El
amanecer de cada día es visto como parte de una pesadilla. Las noches se
transforman en eternos petitorios para extender su alargue. Las lagrimas de las
madres y padres en los hogares son la lluvia que acaricia su rostro para
recibir el nuevo amanecer bajo el auspicio del “no tengo nada para alimentar a
la familia”, “el dinero no alcanza para realizar compras y suplir la necesidad”
“no se consigue nada, y lo que existe es muy costoso”. La salud de los
ciudadanos se deteriora a la luz de la escasez, inflación, desempleo, bajos
ingresos, especulación y manipulación.
Los centros de salud pública
son espacios para entrar y dar vuelta de retorno sin atención al paciente,
porque no hay insumo alguno para proceder a realizar examen que facilite el
diagnóstico, sugerir o aplicar tratamiento. Se apela al ¿dónde le duele? y el ¿tal
vez? ¿Puede ser? Algunos enfermos corren con suerte y “bingo” se dio con el
problema, el azar jugó a su favor, pero la mayoría terminan sufriendo las
consecuencias del estado de abandono en que se encuentran los centros de
atención hospitalaria en manos del régimen. Morir de mengua no puede ser nunca
la alternativa. La indolencia no es parte de los venezolanos.
Nacer en Venezuela es
toda una odisea, o hasta un milagro. No hay vacunas, pañales, leche, sala de
parto en condición óptima, yodo, curitas, tijera, alcohol, hilo para sutura,
inyectadora, algodón, biberones. Los padres son súper padres, todo lo tienen
que parir. El llanto del recién nacido no es por felicidad, es para descargar
su rabia contra los padres quienes se dan el cache de traerlo a tierras
revolucionarias a sufrir desde el vamos. Y para cerrar con broche dorado, el
régimen no registra u oculta la estadística de muerte de neonatos. Se reservan
el derecho de admisión y publicación de datos.
Los revolucionarios
siglo XXI atentan contra la academia, la calidad de la formación profesional,
el derecho al trabajo y la pluralidad de pensamiento, al exigir a los
profesionales el carnet de la patria y estudios de posgrado por ellos
elaborados y desarrollados (adoctrinamiento y sumisión partidista), como
requisitos para el ingreso a la administración pública. La calidad es sustituida
por la cantidad. Las universidades están para servirles a los revolucionarios
no a la sociedad, por ello las atacan y niegan presupuestos. Pretenden el
quiebre de la autonomía, su desaparición o control total.
La institucionalidad
venezolana está viviendo momentos de entereza. La República se niega a
desaparecer. En tiempos del socialismo del siglo XXI los ciudadanos demócratas luchan
unidos y aferrados a la Constitución para sobrevivir y rescindir la barbarie en
Venezuela.
Arturo
Molina
www.jarturomolina.blogspot.com