EL AGUIJÓN
SOSPECHOSO
CONTRABANDO
POR: ARTURO
MOLINA
TWITTER: @JARTUROMS1
La labor del venezolano
honesto y trabajador se hace difícil con los días. El hombre del campo para
mantener sus espacios productivos debe pasar por diversidad de filtros. La adquisición
de fertilizantes, semillas y mano de obra son ilusiones en esos espacios
geográficos, generando el abandono y encarecimiento de los precios que terminan
golpeando el bolsillo del consumidor.
Trasladar el producto
desde el campo a la ciudad es obra de grandes maestros. Cada alcabala es un
tormento, en ellas se debe dejar parte de la mercancía sin oponer resistencia,
aún con guía en mano. Prevalece la “orden superior”, y de presentarse reclamo,
va preso. Todo es persecución. Para trasladar la mercancía hay que entrar en la
mafia y de ser necesario entregarla a quien allí se ordene. Los controles
existen y el abuso también.
Comprar fertilizante en
la ciudad y trasladarlo al campo despierta en el funcionario de la alcabala su
olfato único y preciso, “esos son agroquímicos que van de contrabando”, incluso
teniendo en mano la factura con el Rif de la finca y los datos de su
propietario, son declarados nulos. La forma de permitir el paso es mojando la
mano de quien tiene el poder de decisión en el propio lugar de los
acontecimientos: el burócrata. “La vida está cara” alegan, y “por contrabando
las sanciones son altas, incluso con retención del vehículo”, “cualquier cosa
se puede hacer, usted va bien y nosotros también”.
La corrupción adquirió
en Venezuela carácter formal, es legitimada por quienes deben combatirla, y se
ha impuesto la Ley del más fuerte, en donde el débil jurídico pasa las horas de
angustia y tormento. El trabajo del productor honrado es perseguido, señalado y
despojado; el del deshonesto es premiado y aplaudido. La impunidad se muestra
con cara de honradez, haciendo de lo ilegal lo permanente y de lo legal el
basurero. Todo tiene un precio, y en el caso del productor del campo, es el de
complacer la apetencia del oficial que se encuentra de servicio en alcabala.
Todos los funcionarios no son así, pero los que actúan en ese desorden, dañan
la imagen institucional y en consecuencia la de sus compañeros de labores.
Los gobernantes deben
prestar atención a las situaciones que se están presentando en esos lugares
para preservar el respeto al libre tránsito y comercialización de productos.
Las supervisiones y revisiones a los puestos de alcabalas deben hacerse sin
información previa. La depuración de los corruptos debe ser inmediata. Ver
alcabala en vía pública produce pensamientos diversos en el transeúnte, la
mayoría de ellos cargados de aspectos negativos. Pudiera ocurrir que llevar una
paca de harina (1kg) para dar de comer en casa, se transforme en un delito con
cárcel perpetua para el ciudadano, porque pasa a ser… sospechoso contrabando.
ARTURO
MOLINA
www.jarturomolina.blogspot.com