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21 octubre, 2019

QUEJARSE NO AYUDA


EL AGUIJÓN 
QUEJARSE NO AYUDA
POR: ARTURO MOLINA 

Vivir afligido no es bueno para la salud, menos para la convivencia familiar y ciudadana. Hay seres que se entregan al derrotismo con los primeros movimientos que se registran en contra de sus pareceres. Afloran culpas en todas direcciones y se aferran a las especulaciones y exageraciones para verter sus consideraciones. Pasan a engrosar las filas de personas que deterioran el lenguaje y sienten la dificultad por culpa de otros. No son solución, son así mismos, problema. 

Las limitaciones son abundantes ante la ausencia de cultura. Trabajos de investigación han mostrado a lo largo de los años las diferencias abismales que se conjugaron en el hacer gubernamental para con los ciudadanos. Estereotipos surgieron a la luz de los acontecimientos en positivo o negativo, cada uno diseñado para sus pretensiones con miras a desmarcarse y negar los acontecimientos presentes. Tal vez, en ese mundo de desarrollo, conocimiento y crecimiento tecnológico fueron despreciados sus avances y con ello las recomendaciones sugeridas. La globalización hizo presencia y tanto gobernantes como gobernados estaban ausentes, distraídos, o simplemente perdidos. Diversas obras del brasileño Milton Santos describen esos momentos. 

Investigaciones como "El Caso Venezuela: Una ilusión de armonía" de Moisés Naim y Ramón Piñango, 1984, con publicación para 1988 de su cuarta edición. "El Laberinto de los tres Minotauros" de Manuel Briceño Guerrero, 1994. "Venezuela un acuerdo para el desarrollo" de autores diversos, agrupados en lo que denominaron Equipo Acuerdo Social,  desnudaban la realidad de la violencia, pobreza, desigualdad con propuestas incluidas para superarlas. No dudaron en dar a conocer sus exploraciones, pero la decisión no fue la correcta a quienes les correspondía, y el vicio de esconder para no reconocer, generó el resultado del mesías, vestido  bajo el ropaje militar para ultrajar y profundizar la brecha reinante entre los venezolanos. La publicación "Detrás de la pobreza, diez años después" de Pedro Luis España, algo indica en esa dirección. La abstención se impuso y con ello la barbarie. 

La estrategia del actual régimen político de llevar a su terreno el debate y bajo el manto de su lenguaje les ha dado resultados. Apuestan a la destrucción total del aparato productivo, servicios públicos deficientes, escasez de gasolina y gas doméstico es para los no alineados a su partido; salarios de miseria y sistema de salud deteriorado, energía eléctrica a cuenta gotas. Culpan de sus errores a otros, para imponerse en el poder. La película "Atentado en París", ilustra esos odios desde la esfera del alto gobierno. Corresponde a los sectores de oposición desmarcarse de la agenda de confrontación estéril propiciada por el oficialismo, erradicando en principio el uso del mismo lenguaje a través de expresiones constructivas y argumentos que enriquezcan el debate político.  Error garrafal arrojar a los brazos del oponente a quienes están de éste lado por simples diferencias. Los acuerdos deben surgir en el terreno de lo político, para derrumbar la anti política que se impone desde el régimen. 

La banalización y satanización de la política ha atornillado a los revolucionarios siglo XXI en el ejercicio de la gestión pública. Dialogar no implica entregar. Es hora de dar muestra de coherencia de parte de quienes apoyan el sistema de libertades como referencia para alcanzar el gobierno. Es imprescindible el cambio de modelo político para salir del atolladero. Educar a los ciudadanos, empoderarlos, organizarlos y salir con la bandera de la justicia a restablecer la libertad es garantía de triunfo, y eso viene por la vía del voto. Con reglas claras y nuevo CNE, sin dejarse arrastrar por estrategia del pesimismo, se consolidará la democracia plural, representativa, con inclusión de las minorías. La solución está adentro. Quejarse no ayuda. 

Arturo Molina 
@jarturoms1
jarturomolina @gmail.com


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